SER MUJER EN EL ISLAM Y EN LA IGLESIA CATOLICA



Teólogas italianas e iraníes a debate


ROMA, miércoles, 25 febrero 2009 (ZENIT.org).- Un joven fue a ver a un sabio creyente y le confesó, con un poco de temor, que tenía dudas sobre su fe. El sabio le respondió: "Me alegro, porque buscando las respuestas a las dudas es como se llega a creer".
"En el Corán, se subraya en varios pasajes la necesidad de preguntar y volver a preguntar", explicó la teóloga iraní Fariba 'Allasvand, tras relatar este apólogo durante el encuentro "Ser mujer en el Islam y en la Iglesia Católica: iraníes e italianas a debate".
Interrogar, debatir, buscar respuestas más allá del conocimiento en general superficial que se tiene del mundo del otro: han sido estos los objetivos del encuentro del pasado 18 de febrero en Roma, en la sede nacional de la Acción Católica Italiana, por iniciativa de esta asociación y de la Coordinadora de Teólogas Italianas, con el patrocinio de la Embajada de la República Islámica de Irán ante la Santa Sede.
La oportunidad surgió con la visita a Italia de una delegación de mujeres iraníes empeñadas en el campo teológico y en la defensa de los derechos de mujeres, familia y menores.
Según Tahere Nazari, del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní para las cuestiones internacionales inherentes a los derechos de las mujeres, niños y familia, está aumentando la conciencia del papel social de las mujeres en Irán, "que debe conciliarse con el de esposa y responsable de la educación de las futuras generaciones".
Las mujeres constituyen el 40% de la población en Irán, y una gran mayoría tiene menos de 25 años. "La tasa de ocupación femenina --explicó Nazari-- en 2007 era del 13, 6%, es decir el 12% más respecto a hace diez años".
Del mismo modo, "la tasa de alfabetización de la población mayor de seis años es del 80,3%, con un incremento del 126% respecto a hace diez años".
En el Parlamento iraní, donde las mujeres tienen acceso al par de los varones, se sientan hoy ocho diputadas y hay 1.491 consejeras comunales y provinciales, presentes en el Tercer Consejo, con un incremento del 8,44% de presencia, respecto a las asambleas precedentes. Aumentan también las estudiantes en todos los niveles de educación, las profesoras y las escritoras.
"Estos resultados --concluyó Nazari-- no son nuestro punto de llegada sino el signo de que las mujeres han comprendido que deben aumentar su esfuerzo para desempeñar su papel incluso en la construcción del país".
"Para el Corán --explicó Fariba 'Allasvand-- la mujer tiene la misma dignidad que el hombre, y la 'sharia', la ley islámica, atribuye a menudo a hombres y mujeres idénticos derechos y deberes". "Las pocas diferencias existentes --añadió la teóloga- se refieren a las diferencias físicas y psicológicas que caracterizan los papeles diversos en la familia".
A la maternidad se le reconoce un fuerte apoyo jurídico, porque está ligada a la transmisión de los valores entre las generaciones, pero sobre todo moral: "El Corán enseña que el respeto a la madre es la clave para resolver todos los problemas, y una actitud humilde ante ella es condición, en el hombre, para la entrada en el Paraíso".
Al hombre se le atribuye la tarea de guía y apoyo económico de la familia, aunque ambos cónyuges trabajen. Para el Islam, esta autoridad se justifica sólo en términos de servicio y la 'sharia' prohibe prevaricación y opresión: "Consultarse incluso en las más pequeñas cosas --afirmó Fariba 'Allasvand-- debe ser la norma entre los cónyuges".
"El Islam --añadió la teóloga-- es un sistema fundado en la justicia equilibrada entre los sexos en relación a su naturaleza".
El conflicto entre papel familiar y social de la mujer nace a menudo "a causa de la economía moderna que necesita a la mujer como individuo y no como madre".
Por este motivo, "el Gobierno iraní ha predispuesto diversas medidas a favor de la maternidad, entre ellas una para la trabajadora madre que puede trabajar, a paridad de estipendio, dos horas menos del horario normal".
"Es la sociedad la que debe adaptarse al papel de madre de la mujer y no al contrario --concluyó la teóloga--. Y gracias a los preceptos religiosos logramos superar el conflicto entre los dos papeles: una religión que no tenga un programa social, no puede tener importancia para el individuo".
Por su parte, Marinella Perroni, presidenta de la Coordinadora de Teólogas Italianas, considera que "encuentros de este tipo son el reconocimiento de cuánto pueden dar a su país y a las tradiciones religiosas las mujeres, con la competencia teológica, afirmando el derecho de las mujeres a reflexionar sobre Dios y a hablar de Él".
Es importante, añadió, "valorizar la capacidad femenina de poner en red la investigación partiendo de lazos de solidaridad".
"Nuestra sociedad que aparece secularizada --concluyó la teóloga italiana-- se caracteriza por la búsqueda de Dios, por el ansia de justicia y por lo que da respuesta a los interrogantes sobre el sentido de la vida. En esta perspectiva, se ve importante la aportación de las teólogas".
También para las mujeres italianas el camino de plena afirmación del propio papel en la sociedad y en la Iglesia no se ha acabado. Chiara Finocchietti, vicepresidenta nacional del sector de jóvenes de Acción Católica (AC), ha recorrido algunas de las etapas fundamentales de este itinerario hasta la afirmación del "genio femenino" contenido en la carta apostólica de Juan Pablo II Mulieris Dignitatem de 1988.
"Entre la carencia de políticas para la familia que ayuden a conciliar los papeles de madre y trabajadora --sostuvo Finocchietti-- y la dificultad de medirse con una sociedad en la que se restringe el espacio para una vivencia de fe, hay todavía mucho camino por hacer para una igual dignidad entre hombre y mujer, vivida en lo concreto, y para dar continuidad al protagonismo de las mujeres católicas expresado por grandes figuras como la de Armida Barelli" (1882-1952), fundadora de la Juventud Femenina Católica.
Según recordó la vicepresidenta de AC, esta mujer "logró reunir en un gran proyecto a millones de mujeres en una época, principios del siglo XX, en la que muchas de ellas estaban escasamente alfabetizadas y menos habituadas aún a salir de casa".
"El desafío que nos espera --concluyó Finocchietti-- es la construcción de una sociedad en la que prevalga el bien común y cada uno, varón y mujer, pueda encontrar el espacio para dar lo mejor de sí".
Por Chiara Santomiero, traducido del italiano por Nieves San Martín

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