¿Quién es el hombre? ¿Por qué y para qué ha sido creado?

Sabemos por el Génesis que “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó”. Pero, ¿qué significa “a imagen de Dios”? ¿quién es realmente el hombre? ¿por qué y para qué ha sido creado? ¿es un ser más en medio de la naturaleza? ¿dónde está su alma?
Preguntas sobre la fe cristiana
Opus Dei - ¿Quién es el hombre? ¿Por qué y para qué ha sido creado?Ocho preguntas sobre el hombre: su dignidad, el valor del cuerpo y la existencia del alma, la similitud con los demás hombres y la diferencia con el resto de criaturas.


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1. ¿Qué diferencia al hombre del resto de las criaturas?
"Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV). Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 355
Textos de san Josemaría para meditar
Esa es la gran osadía de la fe cristiana: proclamar el valor y la dignidad de la humana naturaleza, y afirmar que, mediante la gracia que nos eleva al orden sobrenatural, hemos sido creados para alcanzar la dignidad de hijos de Dios. Osadía ciertamente increíble, si no estuviera basada en el decreto salvador de Dios Padre, y no hubiera sido confirmada por la sangre de Cristo y reafirmada y hecha posible por la acción constante del Espíritu Santo. Es Cristo que pasa, 133
2. ¿Por qué razón el hombre ha sido creado con tanta dignidad?
De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador" (GS 12,3); es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13). Catecismo de la Iglesia Católica, n. 356
Textos de san Josemaría para meditar
Entre los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos especial necesidad todos los cristianos: el don de sabiduría que, al hacernos conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida. Si fuéramos consecuentes con nuestra fe, al mirar a nuestro alrededor y contemplar el espectáculo de la historia y del mundo, no podríamos menos de sentir que se elevan en nuestro corazón los mismos sentimientos que animaron el de Jesucristo: al ver aquellas muchedumbres se compadecía de ellas, porque estaban malparadas y abatidas, como ovejas sin pastor. Es Cristo que pasa, 133
3. ¿Qué significa que el hombre ha sido creado a imagen de Dios?
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357
Textos de san Josemaría para meditar
El Dios de nuestra fe no es un ser lejano, que contempla indiferente la suerte de los hombres. Es un Padre que ama ardientemente a sus hijos, Un Dios Creador que se desborda en cariño por sus criaturas. Y concede al hombre el gran privilegio de poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio.
Las vidas humanas, que son santas, porque vienen de Dios, no pueden ser tratadas como simples cosas, como números de una estadística. Al considerar la realidad profunda de la vida, se escapan del corazón humano sus afectos más nobles. iCon qué amor, con qué ternura, con qué paciencia infinita, miran los padres a sus hijos antes incluso de que nazcan! ¿Y acaso no vive por igual la generosidad incansable, la atención a lo concreto, o la serenidad de juicio, el teólogo que desmenuza el sentido de la palabra divina sobre la vida humana? ¿O no es también espera ilusionada, capacidad de intuición, agudeza de ingenio, la del médico que aplica los remedios más modernos para evitar el riesgo de una enfermedad congénita, que pone quizá en peligro la vida de la criatura aún no nacida? Discursos sobre la Universidad: El compromiso de la verdad, 8
4. ¿Para qué ha sido creado el hombre?
Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación: «¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D - 588A). Catecismo de la Iglesia Católica, n. 358
5. ¿Qué tienen en común todos los hombres? ¿Qué nos une? ¿Por qué somos distintos del resto de seres?
Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó [...] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf. Tb 8,6): «Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1). Catecismo de la Iglesia Católica, n. 360
"Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 361
Textos de san Josemaría para meditar
El Verbo se ha dignado asumir una naturaleza humana íntegra y consagrar la tierra con su presencia y con el trabajo de sus manos. La gran misión que recibimos, en el Bautismo, es la corredención. Nos urge la caridad de Cristo, para tomar sobre nuestros hombros una parte de esa tarea divina de rescatar las almas. Es Cristo que pasa, 120
6. ¿El ser humano es un cuerpo con un alma, o un alma con un cuerpo? ¿o nada de eso?
La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 362
7. ¿Qué es el cuerpo?¿El cuerpo es malo?
El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45): «Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1). Catecismo de la Iglesia Católica, n. 364
Textos de san Josemaría para meditar
¿No sabíais que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?(1 Cor 6, 19). ¡Cuántas veces, ante la imagen de la Virgen Santa, de la Madre del Amor Hermoso, responderéis con una afirmación gozosa a la pregunta del Apóstol!: Sí, lo sabemos y queremos vivirlo con tu ayuda poderosa, oh Virgen Madre de Dios.
La oración contemplativa surgirá en vosotros cada vez que meditéis en esta realidad impresionante: algo tan material como mi cuerpo ha sido elegido por el Espíritu Santo para establecer su morada…, ya no me pertenezco…, mi cuerpo y mi alma mi ser entero son de Dios… Y esta oración será rica en resultados prácticos, derivados de la gran consecuencia que el mismo Apóstol propone: glorificad a Dios en vuestro cuerpo (1 Cor 6, 20) Conversaciones, 121
¡Si supieras lo que vales!... —Es San Pablo quien te lo dice: has sido comprado "pretio magno" —a gran precio.
Y luego te dice: "glorificate et portate Deum in corpore vestro" —glorifica a Dios y llévale en tu cuerpo. Camino, 135
8. ¿Qué es el alma? ¿Para qué sirve? ¿De dónde viene?
A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio espiritual en el hombre. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 363
La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 365
La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 366
Textos de san Josemaría para meditar
Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación... Que sepa cada uno de vosotros usar de su cuerpo santa y honestamente, no abandonándose a las pasiones, como hacen los paganos, que no conocen a Dios. Pertenecemos totalmente a Dios, con alma y cuerpo, con la carne y con los huesos, con los sentidos y con las potencias. Rogadle con confianza: ¡Jesús, guarda nuestro corazón!, un corazón grande, fuerte y tierno y afectuoso y delicado, rebosante de caridad para Ti, para servir a todas las almas. Nuestro cuerpo es santo, templo de Dios, precisa San Pablo. Amigos de Dios 177
Le decían a aquel buen amigo, para humillarle, que su alma era de segunda o de tercera clase.
Convencido de su nada, sin enfadarse, razonaba así: como cada hombre no tiene más que un alma —yo la mía, una sola también—, para cada uno su alma será... de primera. ¡No quiero bajar la puntería! Por lo tanto, tengo un alma de "primerísima", y quiero, con la ayuda de Dios, purificarla y blanquearla y encenderla, para que esté muy contento el Amado.
—No lo olvides, tú tampoco —aunque te veas tan lleno de miserias— "puedes bajar la puntería". Forja 893

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