PARA VOTAR BIEN
Recientemente hemos tenido en España elecciones
generales. Los resultados, como siempre no han sido del gusto de todos. Los
católicos debemos aprender a defender principios de acuerdo con un orden humano
y sagrado de la vida, un humanismo cristiano, y elegir a los que defiendan
estos principios. Esta tarea no es fácil porque falta mucha formación en este
sentido. Algunos católicos piensan que les basta con que les dejen ir
libremente a Misa y sacar procesiones a la calle. Se olvidan que el
cristianismo no se agota en estas manifestaciones, por muy santas que sean. Hay
muchos campos donde debemos dar la cara: la defensa de la vida, la familia, la
cultura, la enseñanza, los medios de comunicación, la infancia y la juventud, el
respeto a los mayores, la justicia social, etc. A la hora de votar, ¿qué campos
hay que defender en esta batalla política?
El Profesor Fernando Fuentes Alcántara, que
enseña Doctrina Social de la Iglesia en Salamanca, lo resume así:
Retos más urgentes a los que debe responder el cristiano
insertado en la sociedad actual
a.- La apertura a la vida: Su planteamiento y defensa deben
formar parte de una auténtica conciencia social cristiana, especialmente en
estas circunstancias como indica Caritas
in veritate (nº 15): « no puede tener bases sólidas, una sociedad que
-mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz-
se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de
menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada
».
Uno de los aspectos más definitivos para juzgar
la calificación moral de una sociedad es la valoración que se hace de la vida
humana. Esta se desprecia cuando el juicio acerca del prójimo se realiza a
partir de criterios extraños a la verdadera dignidad de la persona, esto es, a
partir de una utilidad social o de si alcanza el nivel de "calidad de
vida" socialmente admisible.
También la
aspiración a lograr una ecología humana,
la apertura a la vida en la naturaleza y el respeto del medio ambiente natural,
es uno de ámbitos más relevantes de la educación en la doctrina social de la
Iglesia.
b) Testimoniar la fe en la vida
pública
Se trata de sanar las instituciones, las
estructuras y las condiciones de vida contrarias a la dignidad humana. El
cristiano no se limita a la mera trasformación de las estructuras sino que la
originalidad de su acción está, sobre todo, en el impulso de una cultura
inspirada en el Evangelio. Se trata de dar prioridad y profundidad a la
conversión y trasformación de las conciencias antes que al cambio de
estructuras sociales y políticas.
El Papa
actual plantea abiertamente el papel de la religión cristiana (y de las otras
religiones también) como propuesta pública en esta sociedad en la que vivimos.
Su "estatuto de ciudadanía" es un tema insuficientemente tratado y
evitado por las instancias sociales y políticas sobre todo de nuestro país. En
este sentido es un itinerario erróneo la fuga hacia la privacidad y la
separación entre lo social ( y sus complejidades) la moral y la fe. Hay que evitar cualquier disociación entre la vida religiosa y los
deberes terrenos. "La ruptura entre la fe que profesan y la
vida ordinaria de muchos debe ser contada como uno de los más graves errores de
nuestro tiempo " La fuga hacia la privacidad genera un modo de
espiritualidad evasiva. El proyecto formativo supera "el problema de cada
uno ", fiel reflejo de la sociedad fragmentada y de la falta de motivación
para la vida colectiva " .
Quizás alguna culpabilidad
tenemos como comunidad cristiana por dar a entender a veces que la misión de la
Iglesia había que situarla en el ámbito de los espíritus y de la vida privada. Sin embargo, el magisterio social de la
Iglesia siempre ha planteado la necesidad de que los cristianos asuman no sólo
un compromiso ético-social, como dimensión imprescindible del testimonio
cristiano, sino que también posean una conciencia única y unitaria entre su
vida pública y su vida cristiana como un deber de coherencia en su fe. Por eso
"se debe rechazar la tentación de una espiritualidad intimista e
individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad ni con
la lógica de la Encarnación y, en definitiva, con la misma tensión escatológica
del cristianismo".
Ante la complejidad de la vida pública,
el compromiso sociopolítico requiere una formación especializada que responda a las características
propias y plurales de donde se ha de realizar tal compromiso . Es necesaria una
formación sociopolítica, desde la DSI y desde fórmulas de formación y de
educación social como es el Master de Doctrina social de la Iglesia, que
promueva, motive y capacite para realizar dicho compromiso.
c) El Master de DSI pretende
formar una conciencia social que trasforme la cultura y la sociedad
Una tarea
de fondo que debe asumir el cristiano es la aportación ética a la cultura.
Seguramente una de las quejas más comunes que vemos a nuestro alrededor es la
opinión casi unánime de la decadencia de la cultura que nos invade. Echamos en falta una cultura "capaz de enriquecer al
hombre" (Compendio de Doctrina social,556).Una cultura
humana y civil que tenga como contenido el desarrollo de la dignidad humana,
que esté bien fundamentada en una correcta antropología; que no reduzca al ser
humano a las visiones ideológicas y formas culturales que lo empobrecen.
Asistimos a planteamientos culturales en España donde el control ideológico es
cada vez más determinante en los medios de comunicación. También la cultura de
las diversas Naciones, que son formas de plantear la existencia persona, se ha
impuesto como una vía de empobrecimiento más que como una manera de realización
humana abierta y fraterna.
El desafío que nos presenta la
cultura actual es el desafío de la verdad en la cultura, como ya se ha indicado. Y para llegar a ella
no basta una lectura sociológica y cultural de la sociedad actual, es preciso
un compromiso por la educación y la formación de las personas. No hay formación
ni educación en la fe personal y en el compromiso social si no es mediante un
proceso permanente de maduración, de discernimiento, cultivo de la
espiritualidad laical y de revisión de vida. Esto supondría actual en los
siguientes campos:
1.- Educar para ser protagonistas como miembros de una
comunidad cristiana que discierne las opciones que debe asumir . Más
concretamente, educar para ser capaz de hacernos cargo de los problemas del
propio tiempo y del propio ambiente. Poder tomar una responsabilidad activa que
es fruto de un proceso de búsqueda que aboca a tomar opciones y protagonismo en
la comunidad cristiana y en la sociedad.
2.- Educar para participar en una sociedad
profundamente necesitada de construir tejido social. Uno de los retos
históricos permanentes es la escasa consistencia de la sociedad civil, que en
la vida real se traduce en el abandono de responsabilidades individuales en
manos del Estado.
3.-Promover
la formación de un VOLUNTARIADO que
participe en asociaciones, organismos, campañas, en favor de las cuestiones
desafiantes de nuestro tiempo:la paz, la ecología, la solidaridad.....
3.-
Educación para que los hombres conduzcan su vida según los principios del Evangelio aplicados a la moral personal y social,
y manifestado en un testimonio profundamente cristiano.
Para todo
ello es imprescindible tener instrumentos de formación adecuados. Un recurso
puede ser el Master en Docrtrina social de la Iglesia que
promueve la Universidad Pontificia de Salamanca (www.upsam.es), que he recomendado ante los retos de la
sociedad y de la Iglesia. Hay otros medios también que están en marcha y con
resultados adecuados. Lo imprescindible es tomar conciencia de la necesidad,
pues de esa forma encontraremos sentido a las distintas propuestas formativas.
Es necesaria una labor formativa para
orientar a los políticos en su defensa de los principios éticos expuestos en la
Doctrina Social de la Iglesia, y una formación del pueblo votante, que sepa lo
que debe exigir, y lo que está dispuesto a defender. Esta tarea es larga, pero
muy necesaria en un sociedad bastante desinformada, que solo bebe de la tele y
otros medios de comunicación, muchas veces sin escrúpulos. No podemos exigir un
voto responsable basado en la imagen bonita del político de turno, o en las
promesas fantásticas que nos puedan ofrecer como si fueran caramelos para
niños. Hay que saber lo que se defiende y lo que se vota, y para eso no podemos
dejar la formación de la persona en manos de los que no tienen más principios
que los que le dictan una concepción materialista de la vida.
Hay que votar siempre, pero sin dejar
en casa el sentido común que estamos obligados a vivir y defender.
Juan García Inza
Juan.garciainza@gmail.com
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