DOCUMENTO VATICANO SOBRE LA DIGNIDAD DE LA VIDA HUMANA

La dignidad humana
La Congregación sobre la Doctrina de la Fe ha hecho pública una Instrucción que tiene como eje fundamental la dignidad de la persona en relación a una de las cuestiones más importantes de nuestro siglo: las implicaciones prácticas y morales de la genética y, en general, los progresos en biología humana.
Con anticipación, como corresponde al género de ciencia ficción, la novela y el cine han desarrollado esta amenaza y reto con obras excepcionales. Baste recordar el mundo futuro, ahora en muchos sentidos presente, que nos describe Blade Runner y las personas generadas por clonación que tienen inscrito en su código genético la fecha de su muerte, para diferenciarlos de los seres humanos. O Gattaca que nos muestra una sociedad dividida entre privilegiados, seleccionados genéticamente gracias al dinero, y la gran masa destinada a las tareas peor consideradas y pagadas.

Nos hemos referido en diversas ocasiones a este tema porque cada vez existen más datos, hechos, que van apuntando en este sentido. Como en una pintura puntillista van apareciendo manchas de colores que aún no dibujan el paisaje completo pero sí ya empiezan insinuarlo. Y realmente es temible.

La Instrucción Dignitas Personae, propone principios y juicios morales que aúnan razón y fe. De hecho, estaríamos por decir que la Iglesia, desde una perspectiva mundana, es el único intelectual orgánico que continúa utilizando sistemáticamente la capacidad de razonar. Razón y fe puestas al servicio de aquello que cuenta, el bien integral de cada ser humano y de su dignidad. Porque, con todo este juego biológico, con toda esta propensión a pensar que lo que técnicamente puede hacerse debe hacerse, vamos dejando jirones de la dignidad y del bien en nuestra concepción del ser humano.

La Instrucción, que todo el mundo puede leer y que puede encontrarse en (ENLACE) parte de los fundamentos bien conocidos sobre el embrión humano, que debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción. Pero, al mismo tiempo que resume los fundamentos, trata en su segunda parte de dar respuesta a los nuevos problemas relativos a la procreación. Y así establece criterios en un lenguaje claro y asequible sobre las técnicas de ayuda a la fertilidad, la fecundación in vitro y la eliminación voluntaria de embriones, la inyección intracitoplasmática de espermatozoides, la congelación de embriones y óvulos, la reducción embrionaria, el diagnóstico preimplantatorio y nuevas formas de intercepción y contragestación.

En una tercera parte, que nos atreveríamos a calificar de apasionante, trata de las nuevas propuestas terapéuticas que comportan la manipulación del patrimonio genético humano. Esta es una cuestión candente y cada vez lo será más, porque, bajo la idea de que se va a conseguir un bien, se justifica la naturaleza inapropiada del medio para alcanzarlo. Es decir, se rompe con un principio universal de la ética; a saber, que el buen fin no justifica cualquier medio. Es el caso de determinadas terapias génicas, la clonación, el uso de células troncales, o algo que nos remonta al fantasma de las quimeras, como son los intentos de hibridación entre óvulos de animales y núcleos de células humanas. También, ese comercio aterrador, cual es la utilización de material biológico humano de origen ilícito.

No ya los católicos, sino que cualquier persona que desea una reflexión fundamentada en el sentido de lo que es humano debería leer este texto. Porque, incluso más allá de su valor normativo para los católicos, estamos ante una aportación valiosísima a la cultura de nuestro tiempo, tan necesitada de lucidez y sentido.

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